Una buena afeitada puede ser simple, siempre que tengas las mejores armas y un régimen de aseo personal masculino. Lo mejor será rasurarse cuando comience a crecer, así se evitará la irritación y facilita el proceso.
Antes de empezar, consigue el mejor equipo para llevar a cabo una rutina de afeitar como; los productos para antes y después, la navaja o rastrillo que vayas a usar, así como una toalla para retirar los residuos de tu rostro.
Un paso muy importante para debilitar el vello para facilitar el rasurado y evitar la irritación es lavar el rostro con agua caliente o tibia y jabón. De esta forma será más fácil pasar el rastrillo o la navaja ya que no habrá residuos de suciedad o piel muerta que impida a las navajas hacer su trabajo.
Para disminuir la irritación aplica un producto que ayude a tu rastrillo a deslizarse con facilidad por encima del vello con movimientos circulares que cubran toda la parte que vas a rasurar para mantener la hidratación natural de la piel. Productos con ingredientes como el aloe vera o la bergamota son perfectos para reducir la irritación.
Lo correcto es rasurar en movimientos largos (como por ejemplo, de la sien a la base de la barbilla o el mentón) para rasurar la mayor cantidad de vello posible en un solo movimiento. Recuerda hacerlo en la misma dirección del crecimiento del vello y enjuagar la navaja para eliminar el vello que se pueda acumular.
Al terminar el rasurado, lava tu cara con agua fría para eliminar el vello rasurado y el sobrante de la espuma, al hacerlo con agua fría o templada sentirás tu piel más fresca y cerrarás los poros al mismo tiempo, para evitar ser propenso a suciedad por factores externos.
Muchas veces la vida útil de las navajas se acorta debido al mal manejo o almacenamiento que se les da. Al terminar tu rutina, enjuaga y seca ligeramente la cuchilla con una toalla y mantenlas lejos de la humedad, así prevendras su rápida oxidación y evitarás cortaduras a futuro.